Luján In ricordo della mia città
Sono partito con una borsa legata a una corda, dove ho cercato, spingendo, di far entrare tutti i miei ricordi… o almeno una gran parte!
“Los amigos, aquellos que lloran y aquellos que se quedan de lado; la familia, hermanos, hermanas, padres, tíos, la sangre en sí; el mate, el asado del domingo; cuando a diez años le robé los rulemanes a mi vecino para hacerme un cartín; y, creciendo, las partidas de fútbol por la cerveza, teníamos tanta fe en nosotros mismos que jugábamos sin plata; el barrio, las calles y las veredas con distintas baldosas; el que pasa todas las mañanas chiflando como si fuera un despertador; la negrita que me dio el primer beso y con dulzura me dijo que no sabía besar; la pileta cerca del río y mi primera novia, el primer amor que, como una explosión, atraviesa todo aquello llamado materia; los encuentros con los amigos en la Plaza Colón; la peregrinación gaucha con carros y caballos decorados con todos los chiches; la peregrinación juvenil, cuando mi abuela encontraba a los pibes durmiendo en la entrada del zaguán y los sacaba cagando; la Basílica de Luján y los cantos de la misa; el río y el Puente de las Tropas, hecho de madera con el paso cubierto de tierra; la calle San Martín con sus boliches; las palizas que nos dieron y hemos dado en las noches de joda; las jugadas de truco, empezando por joda y terminando por plata, casi siempre con buena racha; las tantas veces que, medio borracho, he pedido un lugar donde dormir, encontrando un plato de guiso y un sofá. Y perdón por todo lo que he perdido, que generalmente son las cosas más feas.”
Il viaggio, di per sé, te ne fa raccogliere altri, finché un giorno decidi di fermarti, in un tempo che ho scelto di non lasciar passare. Scavi dentro quel sacco ormai pieno di buchi e, piano piano, con delicatezza, raccolgo quei pochi ricordi rimasti lì impigliati. Ricordi che non basteranno a redimermi da tutto ciò che ho ricevuto senza poter ricambiare, ma sono proprio questi quelli che non hanno voluto desistere dalla mia memoria.
Una volta, un mio carissimo amico italiano mi disse: “Noi non siamo altro che memoria.”